Un hetero curioso quiere pruebas de que los tíos dan las mejores mamadas. Un mamador entusiasta acepta el reto, arrodillado con la lengua lista para demostrar su habilidad.
Encuentro detrás de un edificio en un polígono industrial. Es una fría tarde de diciembre, pero el tío está deseando que le chupen la polla. El mamador se arrodilla, palpa la mercancía y empieza a trabajar al guapo urbanita, decidido a hacerle correrse de placer intenso.