Chupapollas descubrió que había un pequeño club de sexo gay con un cuarto oscuro y un glory hole no muy lejos de su casa. Probó el glory hole y se enganchó. Cuando eres un chupapollas apasionado como él, la emoción de ponerte de rodillas delante de grandes pollas anónimas te pone a cien. Y en el agujero pasan muchas cosas. El chupapollas está hasta arriba y no quiere parar. Rápidamente se convierte en una obsesión: acaba yendo al glory hole todos los días de la semana, cada vez con la emoción total de descubrir una nueva polla gruesa y sabrosa y poder vaciarla. Con su boca experta, está claro que va a hacer girar este club sexual. Ahora que los machos saben que hay una bomba de pollas que no hay que perderse, van a venir a disfrutarla.